27.1.07

Litografías

Algún genio ha dibujado lo que ustedes ven aquí arriba en las paredes de un edificio de Mitrovica, ciudad kosovar. Seguro que ha Coca-Cola no le ha hecho ninguna gracia. El mediador internacional de la ONU, por su parte, ha declinado pronunciarse al respecto.

Pintar en las paredes es arriesgado, y no sólo porque la Policía te pueda hacer una cara nueva. A no ser que vivas en una ciudad como Santiago DC, donde el Ayuntamiento tiene una furia limpiadora sin par, lo que allí escribas quedará fosilizado y descontextualizado durante años, lustros y puede que décadas. Así que más vale que sea una buena idea.

Esta lo es, sin duda, pero recuerdo cientos de "¡Non ó convenio colectivo!" y "Rivaldo Traidor" espolvoreados por los barrios de Lacoru, que resultaban francamente ridículos cuando la noticia que los había motivado llevaba diez años caducada.

También recuedo que, durante unos meses, pequeños lumpen-proletariats llenaron los muros de amenazas contra un tal Clemente de los Mallos, chivato de Policía. Como las pintadas se mantuvieron impertérritas durante unos seis o siete años, Clemente llegó a convertirse en una referencia de la cultura pop local, algo que sin duda estaba lejos de la intención de los creadores de los graffitis.

Pero mi favorito de todos los tiempos es un canto de despecho y surrealismo que está implantado en un muro de Orillamar desde que yo tengo memoria. Reza así, literalmente: "Pelirroja Merchi, cuanto peor está de quien te rodeas, más disfrutas". Mujer de armas tomar, esta Meredes, para destrozarle así a un hombre el corazón y la sintaxis ¿O tal vez fuese una antigua amiga, entre celosa y preocupada por el declive moral de su convecina? Nunca lo sabremos, pero no puedo dejar de imaginarme al autor/autora de ese verso, con 50 años y dos hijos, pasando por delante de su obra y sacudiendo la cabeza: "Mira que era yo flipado/a de joven".

25.1.07

Cronicas ombligueras

Es una pena que el mundo no quepa en mi ombligo. ¡Es tan redondito y tan mono!... Allí todas mis deducciones son ciertas, todas mis opiniones sientan cátedra y todas mis fantasías se cumplen. En él yo decido las leyes de la etiqueta, la cortesía y hasta de la física, por eso allí todas las mujeres me aman y todos los hombres quieren ser como yo. Hay un muro de certidumbres conformistas que defiende ese lugar cálido y blandito de las agresiones del exterior.

Si, es una pena no ser el demiurgo creador de este Universo para poder hacer lo que me dé la gana, pero... ntch, vaya, aquí no vivo yo sólo ¿saben? Así que me veo obligado a respetar a mis compañeros de realidad y a comprender que las cosas, vistas desde la cabeza de otro, pueden tener un aspecto muy distinto. No tengo la vara para medir la existencia, una asco, una lástima, un dolor. Habrá que jugar en equipo e ir tirando.

Y sin embargo, hay cantidad de gente a la que le asusta mirar por encima de las murallas de su ombligo, al mundo feo y malo. Tenemos casos graves, como esos que ponen un gritón de quilos de dinamita en un aeropuerto para reivindicar una cierta libertad nacional y luego se sorprenden de que muera gente, aunque suela pasar cuando se ponen gritones de quilos de explosivos en lugares públicos.

El otro día, uno de los fundadores del Galpón de Breogán (un reciente blog de humor político que haríais bien en visitar), el señor Frouxeira, me hablaba de una señora del Ferrol (del Caudillo), llamada Cachita Suárez que sostenía que la Guerra Civil había sido una excelente oportunidad de viajar para los jóvenes de Galicia, porque podían dedicarse a seguir al ejército faccioso y visitar las ciudades que iban liberando de manos de los rojos. “Era la moda -decía-. Todos queríamos ir a ver qué habían destruído y que no”. Flagrante caso de ombligo descomunal.

Y no les digo ya, mis estimados compañeros de profesión, esos grandes superreporteros que consideran que su habilidad para entrecomillar las últimas declaraciones de Touriño puede cambiar el mundo y que SU tema del día sobre las fiestas de Ordes marca la diferencia en un periódico cuyos lectores no pasan del titular, cuya directiva sólo ve las noticias como cosas que se ponen alrededor de los anuncios y cuyos profesionales de la información (si, yo incluído) no les dan motivos a ninguno de los dos para cambiar de costumbres ¿Qué de que periódico hablo? De éste, de aquél, de todos. Kapuscinsky, un tío admirable que acertó al decir que "los cínicos no sirven para el periodismo" (por la parte que me toca), va y se muere, pero algunos es que ni una mala gripe, oyes.

21.1.07

El Estatuto según Warhammer

Dicen que a la gente no le interesa el Estatuto. Personalmente, creo que es cierto e incluso que es lógico. Su función como ley marco del gobierno gallego y como elemento definitorio de su relación con el Estado es compleja, árida, y muy poco interesante para cualquiera que no pertenecta a la secta del periodismo político o tenga carnet de algún partido. A la mayoría de la gente, los engranajes legislativos abstactos se la dan una higa, más o menos igual que los teoremas avanzados de la trigonometría o los paradigmas de la paleobotánica. ¿Significa eso que el Estatuto no sirve para nada? No.

Como bien dice el señor doctor MSP, el Estatuto tiene una gran influencia en las cosas de comer. Para demostrarlo, podríamos hablar de la importancia de la descentralización, de como los gobiernos más proximos suelen ser más eficaces en la gestión de los servicios públicos inmediatos o de como las economías en red son más resistentes a las crisis, porque siempre habrá un núcleo desarrollado para cubrir las carencias de otro. Pero todo eso se ha repetido ya hasta la saciedad y no ha tenido mucho efecto en la armadura ciudadana de indiferencia estatutaria. Intentaré, pues, ser más claro.

Imaginaos, amigos lectores y no lectores, que el Estado es un wargame, pongamos que Warhammer, por eso de que es el más conocido. Hay muchos jugadores repartidos por el mundo, con intereses, estrategias y gustos distintos, pero todos aceptan unas de reglas comunes que les permiten compartir hobby. Esas normas están en el Manual de Warhammer (o Constitución Española), y la mayoría de los jugadores las aceptan, aunque haya munchkins o culoduros que las retuerzan a su favor, idealistas que las modifiquen para rolear y fanáticos del realismo que las pongan en duda constantemente.

Pero claro, parte de la gracia del Warhammer está en poder jugar con distintos ejércitos , cada uno con sus ventajas y sus defectos, con sus propias estrategias y trucos. Algunos hacen más uso de unas reglas del Manual y otros de otras, normal, ¿no? ¿Quien querría jugar si todas las tropas fuesen iguales? Para potenciar eso, se crean normas específicas para cada facción, que explotan sus fortalezas y debilidades y que les dan ventajas que otros bandos no tienen. Esas reglas se recogen en los Libros de Ejército (o Estatutos de Autonomía). Aunque se puede jugar sólo con el Manual de Warhammer, si enfrentas tu preciosa banda de Enanos Titiriteros Cojos (sin Libro de Ejército) a unos Elfos Sadomaso Encuerados (con Libro de Ejército), probablemente te vayan a dar una paliza porque ellos tienen reglas y ventajas especiales, pero tú no.

Como ningún sistema es perfecto, hay que irlo actualizando de cuando en vez. Warhammer acaba de estrenar la 7ª edición de su Manual de reglas (mientras que la Constitución va sólo por la cuarta), pero antes de eso, fue renovando algunos Libros de Ejército, para probar. Cuando una facción con Libro de Ejército actualizado se enfrentaba a otra que seguía con sus vetustas normas específicas de hace cinco años, tenía todas las de ganar.

¿Donde están los combates entre Comunidades Autónomas? Metafóricamente, en el reparto de los impuestos y en la dependencia de Madriz a la hora de tomar decisiones.

Dedicado al señor Zonulacatro, por su crítica constructiva y su honestidad.

17.1.07

Bienvenidos a la cuarta generacion

Leía ayer en el (In)Mundo, edición impresa, y de pago que "todos los medios de comunicación" (es decir, que unas cuantas asociaciones de medios) se han aliado para poner a caldo al Ministerio de Sanidad porque quiere venir a limitarles la publicidad de bebidas alcohólicas en su nueva Ley para la Prevención de la Priva en Exceso. Otros lo explican así.

En principio, el asunto no llama la atención. Enésima iniciativa tontaina del gobierno, porque la cultura del alcohol esta muy, pero que muy enraizada en nos, los ibéricos, y no se acaba con ella quitando los anuncios, igual que no se erradica el machismo por empeñarse en decir "compañeros y compañeras" en todos los mitines. Y los medios se cabrean porque les va al bolsillo, y bien duro, ya que las marcas de alcohol están entre las empresas que más gastan en publicidad, sobre todo en las revistas. Nada nuevo bajo el sol ¿no?

Pues si, el espectacular lema que "todos los medios de comunicación" han elegido para su campaña anti Elena Salgado: Con los jóvenes, con la libertad publicitaria. Fíjense, es hasta loable la intencion de los chicos de la prensa de impedir la identificación entre "joven" y "miserable borrachuzo", o lo sería no estuviese ahí sólo como subterfugio para reivindicar la libertad publicitaria. Curioso concepto, ¿non si? Resulta que radios, teles y diarios no ponen anuncios para ganar pasta sino para defender la "libertad publicitaria", que debe de ser algo así como el derecho de todo ser humano a anunciar sus productos.

Sabemos, ya desde hace un tiempo, que los derechos tienen familia. Están los de la primera generación, como el derecho a vida, a la libertad y a la propiedad, que vienen de la Revolución Francesa. Luego llegaron los de la segunda generación, un invento de los socialdemócratas, que son el derecho a la huelga, al trabajo, a la educación, la sanidad y, desde luego, a una vivienda digna (pfff...). Y, ya en el siglo pasado, los ecologistas y los nacionalistas inventaron la tercera generación de los derechos: derecho a la paz, a un medio ambiente en condiciones, a la autodeterminación... Los ciudadanos del primer mundo tenemos la suerte de contar hoy en día con una larga lista de ventajas, pero, que yo sepa, en ninguna de las tres generaciones se habla de la libertad publicitaria.

Por lo tanto, ahora, en el siglo XXI, los dueños de los medios de comunicación y otros especímenes similares parecen estar esforzándose en crear una cuarta generación de derechos, a los que podemos llamar Derechos del Capitalista o Derechos Invertidos. Además de la libertad de dar y recibir información publicitaria (pagando, claro), tenemos aquí muy cerca a Pescanova y a ENCE reclamando su derecho a producir puestos de trabajo (contaminando, claro). Un poco más lejos, a Jorgito Bush exigiendo su libertad de liberar países (aunque para eso haya que invadir) y sojuzgar, y a medio camino entre aquí y allí, a la Iglesia reclamando su derecho a salvar almas (y recibir subvenciones por ello).

Seguro que pronto veremos a los empresarios esgrimiendo su derecho a los beneficios para justificar los contratos basura. O a los ultraderechistas haciendo valer su derecho a desestresarse para que les dejen apalear inmigrantes tranquilamente. Se admiten apuestas.

12.1.07

Bone

Esta es la historia de tres primos, el valiente Fone Bone, el desquiciante Smiley Bone, y el avaro Phoney Bone, que vivían tan tranquilos en su Boneville natal hasta que un tejemaneje de este último provoca que sus convecinos lo expulsen, emplumado y sobre un raíl. Los otros dos van con él, para ayudarlo, y terminan por perderse en el desierto, llegando a un misterioso valle que ningún Bone había pisado antes (o casi). Allí hay humanos, dragones, zarigüeyas e insectos hoja parlanchines y vacas de carreras. También están las feroces (y estúpidas, estúpidas) monstrorratas. Y el misterioso Encapuchado. Vamos, ideal para una aventura.

Esto es Bone, probablemente es la mejor historieta juvenil publicada en las últimas décadas, escrita, dibujada, y autoeditada por Jeff Smith entre 1991 y 2004. Con claras influencias de Walter Kelly y Carl Barks, Smith narra el periplo de los Bone, tres personajillos que acaban convertidos en héroes por accidente a lo largo de 1.500 páginas de tebeo, en una saga que suena a lo de siempre (humor, romance, peligros y malo misterioso) pero que al mismo tiempo está dotada de un inconfundible toque personal.

Los tres protagonistas son la sal de la serie, pues, aunque ninguno de ellos es muy original, la forma que Smith tiene de hacerlos interactuar les da una tremenda chispa. Digamos que Fone Bone es Bilbo Bolsón (un tipo tranquilo al que persiguen los problemas), Phoney Bone es el Tío Gilito (un capitalista obsesionado con conseguir dinero de cualquier forma) y Smiley Bone es un Groucho Marx un poco light (con más de puñetero y menos de filósofo). Metedlos a todos en un saco e imaginad lo que sale.
El dibujo es lo que acaba por hacer de Bone un gran tebeo. Muy contenido, cada línea en su sitio y ningún exceso, con una excelente capacidad para manejar la transición entre viñetas, que llega a alcanzar momentos geniales en las persecuciones de las estúpidas, estúpidas monstrorratas a Fone Bone o en la célebre Gran Carrera de Vacas.

Hay que señalar que Smith fue uno de los principales culpables de que se pusiese de moda la narración descomprimida, que consiste en ralentizar la acción y contar menos cosas en cada página (por influencia del manga). Hay quien odia este recurso y hay a quien le encanta, ¿y a mí? Pues mire, según se use, y en Bone, salvo momentos puntuales, funciona bien.

Astiberri está ahora reeditando esta obra de Jeff Smith en tomos un tanto caros, pero muy fonitos, con las páginas coloreadas por Steve Hamaker especialmente para la ocasión. Ahora que ya ha pasado la Navidad y podéis consumir sin cargo de conciencia, os recomiendo que si tenéis algún sobrino, ahijado, nieto, o criatura en adopción en edad de jugar con la PSP, pero moderadamente interesado en la lectura, regaladle un Bone. Si tenéis algún amigo gafapasta que presume de entendido en tebeos, regaladle un Bone. Si queréis enganchar a alguien al mundo del cómic, regaladle un Bone. Y si no, regaláoslo a vosotros mismos, demonio, que merece la pena.

10.1.07

Foreman, hacedle un TAC y una resonancia

Sí. Lo confieso. Soy adicto a House. Me encanta esa actitud de cínico cabreado. Adoro esos diálogos plagados de golpes bajos y de frases geniales. Se me pone la carne de gallina por la forma que tienen los guionistas de mostrar descarnadas las miserias humanas. Disfruto un huevo cuando analizan cuestiones éticas sin caer en moralinas biempensantes.

Pero, no nos engañemos, la serie tiene un par de problemillas. Uno es la excesiva rigidez de la estrutura de los capítulos (le dan el caso-diagnostican mal-al paciente le da la mala-se le descubre una mentira-House resuelve el misterio gracias a una tontería que le dicen mientras pasa consulta) y otro es el bombardeo indiscriminado de términos médicos, pues con tanta enfermedad rara y tanta prueba innovadora no es raro que a medio capítulo no sepas que cojones le pasa al enfermo.

El primer fallo está más allá de nuestro alcance, pero A metro escaso del cinismo, en su incansable labor para difundir el bienestar audiovisual, el conocimiento no-útil y el onanismo, intentará paliar un poco el segundo al revelar el significado de algunos de los palabros más recurrentes en House, Medical Division. Agarraos la goma de las bragas...

TAC: Siglas de la Tomografía Axial Computerizada, llamada también "escáner". Es una prueba radiológica de diagnóstico . Se mete al paciente en un trasto y se le hace una exploración por rayos X, mediante un haz que gira alrededor de la zona del cuerpo que se quiere mirar. Así se obtienen muchas imágenes desde distíntos ángulos, que luego se unen en un ordenador para crear un modelo en tres dimensiones. Es más fiable y detallada que la de una radiografía tradicional. Se usa para detectar cánceres y para controlar su avance.

Resonancia: Es un método de diagnóstico radiológico que emplea la carga magnética de los núcleos atómicos para diferenciar unos elementos químicos de otros. Se bombardea al paciente con radiofrecuencias (oséase, ondas electromagnéticas), para que los campos mágneticos de los átomos se alineen según su frecuencia de resonacia. Los datos obtenidos se meten en un ordenador, que los convierte en una bonita imagen tridimensional. Tiene la ventaja de que no utiliza rayos X ni nada que provoque cáncer. Vale para explorar cualquier parte del cuerpo, pero es más lento de hacer que el TAC.

Shock anafiláctico: Reacción fisiológica que se produce cuando a uno le meten dentro del cuerpo una substancia a la que es alérgico. Se te pone la tensión arterial por los suelos, te pega taquicardia, pierdes el sentido y te pueden hasta entrar convulsiones (en la serie, pasa siempre). Puede producirse por envenenamientos, picaduras de insectos y, más habitualmente, por antibióticos o por las substancias químicas que se usan como contraste en radiología. Una vez que se identifica la causa, es facil de tratar y de prevenir.

Interferón: Proteína que el sistema inmunitario produce naturalmente como respuesta a antígenos. Desde los 80, la ingeniería genética permite producirlo en masa y los médicos lo usan para combatir virus como el de la hepatitis C, ciertos tipos de cáncer (leucemia, mayormente) y la peliaguda esclerosis múltiple.

Trastornos autoinmunes: Grupo de enfermedades en las que, por causas aún desconocidas, el sistema inmunológico humano se vuelve tarumba y ataca a células sanas como si fuesen antígenos. En la serie, la más recurrente es el lupus eritematoso sistémico (LES).

Esclerosis múltiple: Enfermedad neurológica ultrachunga que devora la mielina, la materia blanca que recubre los axones de las neuronas y hace posibles las sinapsis. Ante tremenda putada, el cerebro pierde el control de los músculos y el paciente se queda inválido. No tiene cura y sus causas son desconocidas.

Necrosis: Como su macabro nombre indica, es la muerte patológica (no natural) de un conjunto de células, debido a alguna infección especialmente retorcida. Normalmente las células se defienden de agresiones graves con truquitos como atrofiarse o cambiarse su especialización (metaplasia), pero cuando se les acaban los ases en la manga, se mueren y eso, por si faltastéis a clase ese día, no tiene tratamiento (House dixit). La célula revienta y vierte substancias dañinas para las otras que están alrededor, que a su vez se ponen malitas y pueden llegar a necrotizarse también.

Y creo que ya vale. Si alguién echa de menos la explicación de algún otro concepto, que lo pida en los comentarios y se hará lo posible por complacerle.

8.1.07

En el túnel del tiempo

Termino hoy un breve período vacacional, de esos que, como ya sabrán mis lectores (y no lectores) veteranos, hacen que me vuelva aún más vago y no actualice nada este engendro de sitio web. Pero habrá que seguir, ahora que el ordenador ha aumentado en uno su cuenta del número de años trópicos transcurridos desde que un presunto mesías nació presuntamente de una presunta virgen.

Como decía aquel filósofo de taberna, las navidades sólo pueden pasarse de dos formas, bien o en familia, y en mi caso, como en el de la mayoría, ha sido lo segundo, con regreso al hogar incluído. Mi madre no me deja tocar nada en casa y mi padre se enchufa más horas de televisión que toda la población de Ruanda junta, así que me pongo a atontolinarme con juegos vetustos en un PC con inntené de 56k (ubi sunt?) o leyendo compulsivamente zapateado en la cama. Como en los viejos tiempos. Reubicarme en mi Montealto natal (provincia de A Coruña) supone, por alguna extraña ley relativista, volver a tener 18 años. Cambian las circunstancias históricas, claro, pues el asilo de Adelaida Muro no ha vuelto a levantarse y Sir Paco manda ahora postales desde el Vaticano, entre otras cosas, pero las relaciones humanas siguen siendo las mismas.

Mismos hábitos, máis ou menos, con la misma gente, máis ou menos. Recuperar mis oxidadas habilidades para el futbolín, el tute cabrón, y ocasionalmente, el mus. Escuchar, con una caña en la mano, lo insoportable que es la novia de X o la tremenda borrachera que se cogió Y el sábado en el botellón. Un entorno estable, una constante, a la que siempre puedo ir por si me da la pájara de que cualquier tiempo pasado fue mejor, o es tiempo perdido, depende de a quién le preguntes.

Luego están los primos, tíos, tios-abuelos, primos segundos, primo-tíos, y sobrino-abuelos, que siguen cantándome la misma canción, oye, bienvenido al club de los que vamos a triunfar. También siguen preguntándome lo de siempre: “¿Pero tú estás bien en Santiago?”, sorprendidos de que haya podido pasar siete años allí, en la pérfida villa paleta que le robó a Lacoru su merecidísima capitalidad, en una conspiración de burócratas y nacionalistas radikales. “Sí, muy bien”, digo yo, y responden, para completar el ritual, “Claro, ya tienes tu vida hecha allí”, pero sus caras vienen a significar: “Pobrecito, está fatal del síndrome de Estocolmo”.

En serio, una semana de esa rutina y casi se me olvida que trabajo en el diario en gallego más importante de Prusia y Osetia del Sur y que me falta el canto de un duro para tener que tirar el Carnet Euro >26. Menos mal que está Ana María Ríos para recordarme lo graciosa que es la actualidad...