26.10.07

Cuesta abajo en mi rodada

A veces, por cualquier tontada, en una empresa se convoca una cena de trabajo. Se junta entonces gente con poco en común, que se ve mucho las caras pero no se conoce, en un ambiente pretendidamente festivo. Y eso suele dar lugar a escenas particularmente bizarras, sobre todo al final, en el último bar, cuando sólo resisten los que más ganas de juerga tenían, agarrados a su bebida y prestándose mutuo apoyo con la mirada. El despiporre, vamos.

- ¿Y ahora?
- Ahora, al Maycar.
- ¿No es muy temprano?
- Mejor, más sitio.
- ¿Al Maycar? Mimá, hace por lo menos 20 años que no voy yo al Maycar.
- ¿Pero el Maycar estaba abierto hace tanto tiempo?
- Y más también.
- ¿Sabés entonces si es cierta la leyenda urbana de que allí mataron a una señora de la limpieza?
- Sí.
- Ciertísima.
- Claro que es cierta.
- Antes era un antro en el que las parejas iban a besarse en los sofás.
- Pues ahora es igual, pero con más gente.
- ¿Vosotros estabáis en la empresa cuando trabajaba Povedilla?
- ¿Quién?
- ¿Cuánto hace de eso?
- Unos diez años.
- Hace diez años, yo estaba en BUP.
- Podevilla, si, todo un crápula. Ese venía aquí, al Maycar, día sí, día también. Y casí siempre salía directo de ahí para el curro, después de tomarse la última copa.
- Me sé de alguno...
- Lo echaron por borracho, al pobre. Un día montó una muy gorda y, hala, a la calle. Pero tuvo suerte que la madre era rentista, tenía varios pisos alquilados por Santiago, y de eso fueron viviendo los dos.
- Suertudos.
- Sí, seguro. Bueno, ¿qué bebéis?
- Cerveza.
- Cerveza.
- Bacardí con limón.
- Gin-tonic.
- Pssst. Tres cervezas, un bacardí con limón y un gin-tonic.
- Oye tú, chico ¿Sabes si sigue viniendo por aquí un tal Povedilla?
- ¿Povedilla? Sí, es ese del sofá.

Y allí estaba, sentado en el banco frente a la barra, en aquel bar medio vacío. Parte del mobiliario. Uno de esos cuarentones ajados, con las arrugas como cicatrices de cuchillo, antiguos yonquis de carne prestada y mirada frebril. Su ex compañero, de edad similar pero infinitamente más sanote, sonrosado y regordete, se acerco a saludarlo con la efusión que dan los cubatas de toda una noche y Povedilla lo recibió con cara extrañada. ¿Quién no lo haría? Era un fantasma de cuando, hace diez años, tenía una vida estándar, antes de perder noche tras noche en aquel banco del Maycar.

Yo me quedé un tanto inquieto. Hace diez minutos, al entrar en tan glamuroso antro, pensé que el tal Povedilla, crápula de primera, héroe en mil batallas nocturnas, habría acabado tan cascao como ése del banco. Estaba a punto de hacer una broma al respecto antes de que mi compañero de curro le preguntase al camarero. Iba a decir algo como: "Pues Povedilla seguro que se parece al tío de ahí".

Da miedo que la realidad imite a los clichés de las películas.

19.10.07

El diario en gallego más importante de Armenia, Abisina, Sry Lanka, Livonia y el Kurdistán

Este texto, bastante anodino, esconde un gran cambio en la instrahistoria de este vuestro rincón de internet, amigos lectores y no-lectores. Será el último que escriba desde mi ordenador en el diario en gallego más importante de la Via Láctea y parte del extranjero, mientras espero a que los lingüistas hagan su ritual para convertir mis páginas del día a la normativa oficial del gallego. Cuando suba esto y salga por la puerta del Preguntoiro, 29 no volveré a sentarme en esta redacción al menos durante una buena temporada. Parto en busca de pastos más verdes y más días libres en el periodismo digital, en un portal web que saldrá antes de final de año. No, no es el A Nosa Terra y hasta aquí puedo contar sin que se enfade el que será mi futuro director a partir de noviembre.

Esto explica porqué he estado tan disperso y tan irregular últimamente, porque ya hace tiempo que he recibido la oferta, pero no se concretó hasta los primeros días de este mes. Mucho darle vueltas a la cabeza, considerar pros y contras y hacer cábalas sobre lo que puede ser y lo que será le estropean a uno los mecanismos de las ideas, creedme.

Perderé pues, uno de los chistes más recurrentes en este blog, pero estoy seguro de que ganaré otros nuevos. No echaré de menos la política de contratación de la empresa, ni al tarado del subdirector, ni la horrorosa moqueta azul donde los ácaros del polvo han construido ya su propia civilización. Los compañeros (o compañeras, más bien), son otra historia distinta, porque es raro encontrarse a tanta gente cuerda junta en la redacción de un peródico, yo mismo soy un buen ejemplo. Ha sido un placer.

Porque entre pitos y flautas, becas, ETT's y contratos temporales, he pasado aquí casi tres años, en los que he regado mi agenda de teléfonos para que crezca, he aprendido muchas malas rutinas de trabajo, a la sombra de esos GENIALES! titulares del director, y también unas pocas buenas, que negarlo sería mentir.

Y sin más dilación, agarro el paracaidas y me lanzo.

Adios, diario en gallego mas importante del Multiverso, los Planos Exteriores, la CONCACAF y la Liga Árabe.

Ahí te quedas.

Death Note

¿Es la pérdida temporal de la capacidad de escritura una enfermedad diagnosticada? Porque llevo una temporada que no doy juntado una letra con otra, fuera de la puñetera rutina del diario en gallego más importante de Los Ángeles a Vladivostok (por la ruta larga). Pero dejando a un lado mis patéticos lamentos, he contraído un compromiso con ustedes, queridos lectores, y me dispongo a cumplirlo aunque me cueste redactar doce borradores. Tengo que hablarles de la otra serie de la que me he vuelto yonqui. Tal vez el título les diga algo: Death Note.

Se trata de uno de los últimos existazos del shonen, el manga para chicos (o eso dicen los japoneses, porque yo conozco a varias chicas a las que les gusta), obra del dibujante Takeshi Obata y del misterioso guionista Tsugumi Ohba. Cosa rara, en Japón, que repartan las tareas de escribir y dibujar como en Yanquilandia.

El caso es que en los foros adecuados hay mucho ruxe-ruxe con esta serie desde antes de que se empezara a publicar en castellano. Sin embargo, yo, que soy hombre de poca fe, pasé mucho de ella porque el argumento no me convencía. Resulta que Light Yagami, un adolescente (japonés, claro) se encuentra un buen día un cuaderno tirado en el patio de su colegio y lo recoge. Esto, que en la vida real no pasarí
a de ser un pequeño hurto, se convierte en un berenjenal cuando el tipo descubre que lo que tiene entre manos es en realidad un cuaderno de muerte, un Death Note, que pertenece a un shinigami (espítitu de muerte) y que tiene la capacidad de liquidar a cualquier persona cuyo nombre escriba en sus páginas. Así que el bueno de Yagami decide convertirse en juez y verdugo y ejecutar sumarísimamente a todos los criminales del mundo.

Evidentemente, Death Note se ha convertido en un icono 'emo', no hay más que ver la pinta de algunos personajes para deducirlo. Y como para mí los iconos 'emo' van indisolublemente asociados a Victoria Francés y sus vampiresas ñoñas, no estaba yo muy dispuesto a leerme la serie . Prejuicios y tal, para que negarlo. Pero como septiembre es un mes malo en novedades, y los hijosdeputa (hay que decirlo más) de Astiberri no acaban de publicar el cuarto tomo de Bone, un día piqué y me llevé el primer tomo. Y no veas tú que sorpresa.

Porque resulta que Death Note es en realidad, una excelente historia de detectives, en la que el verdadero motor de la trama es el duelo de intelectos que se establece entre el tal Light Yagami y L (sí, L a secas) un detective de fama mundial que intenta descubrir quien es el tipo que les está provocando infartos a todos los robaperas del mundo. Uno oculta sus pasos y sus métodos mientras el otro tira del hilo para acorralarlo, en una durísima partida de ajedrez sin tablero. Una curiosa trama en la que el suspense no está en descubrir al asesino, sino en ver como se las arregla el asesino para no se descubierto. Y funciona de maravilla, con varios giros argumentales endemoniados y bien hechos que mantienen siempre el interés elevado.

Bueno, casi siempre, porque hay momentos de bajón en los que el nivel de sospecha llega hasta el absurdo, tipo:
L: ¿Vas al baño, Light?
Light: *medita* ¿Por qué me pregunta ahora si voy al baño? ¿Sospecha que tengo una hoja de la libreta dentro del rollo del papel higíenico y voy a matar a alguién? ¿O deducirá que ayer cené tailandés y me sentó fatal? ¿Lo dice porque quiere ir él? ¿Debería no ir al baño, aunque me estoy cagando? ¿Se habrá dado cuenta de que llevo un cuarto de hora pensando que contestarle?
L: *para si* Pues lleva un cuarto de hora pensando el tío. ¿Será el el asesino? ¿Tendrá la defecación algo que ver con su misterioso método de matar? Con la cara de apretón que lleva, si me dice que no va al baño , sabré que miente.
Ligth: Sí, voy al baño.
L: Mmm, eres listo, Me has dado la única respuesta que no me haría sospechar de ti ¿Ya lo sabías no?
*¡DUELO DE MIRADAS!”
Y así durante veinte páginas, que en todo caso no empañan el resto de la historia. Estas empanadas son normales en una serie tan larga.

El dibujo, por su parte, es sencillamente magistral. Takeshi Obata tiene un estilo muy realista que le sienta a la historia como un guante, y un pulso narrativo capaz de conseguir que las innumerables escenas de diálogos y explicaciones en las que se basa la serie no resulten repetitivas. Tiene un envidiable dominio del ritmo y sabe dosificar la información para que las páginas no resulten demasiado densas ni demasiado insustanciales. Un fiera, vamos.

Os recomiendo que si tenéis un mínimo gusto por la intriga le echéis un vistazo a esta serie . Y tengo buenas noticias, podéis hacerlo gratix total, porque en esta página tenéis una traducción amateur hecha por unos entrañables frikis (bueno, y también está la serie de animación, y las pelis de imagen real y las versiones de porno yaoi, pal que le gusten, que menudos son los japos explotando franquicias). Pero si os preguntan, yo no os he dicho nada.
*silbido disimulado*


1.10.07

Camino a la veteranía

Joder. Que cabeza la mía. El sábado pasado, este vuestro rincón de internet cumplió dos añitos de edad y yo ni me di cuenta. Permitide pues, amigos lectores y no lectores, que aplace la reseña comiquera pendiente para escribir las típicas tonterías que se cuentan en estos casos.

Llevamos aquí ya 732 días y 225 posts (contando este), que para ser un blog personal de actualización aleatoria no está nada mal. Ha sido un año menos productivo pero más estable que el primero, y creo que la calidad media de los textos ha subido (porque si bajaba, iba a acabar por desintegrarse). Y al final, esto que empecé como desahogo de mis ralladas se ha convertido en parte de mis rutinas, y me ha abierto puertas que nunca imaginé.

Gracias a escribir chorradas aquí he conocido en persona a un montón de gente estupenda con la que de otro modo nunca me hubiera cruzado, como sus excelencias Moucho Branco, Arale, Elianinha, Chexire, Ailandra, Jero, o Breogán y Amra, y, en menor medida, a Besbellinha, Mario y a Raíña Vermella. He tenido ratos agradables con todos ellos, y en especial, gracias a la intermediación involuntaria de la señorita Arale Norimaki, he encontrado a una persona con la que no me importa besarme a diario (ni me importará, si ella aún quiere cuando vuelva de Perú).
Así que, relacionando, si no tuviese blog, no tendría novia. Patético, ¿non si?

Sólo por eso, prometo que seguiré, con mis actualizaciones erráticas, mis chorradas y mis textos onanísticos. Porque ahora, A metro escaso del cinismo es como un hijo para mí, y no me siento capaz de abandonarlo. Los padres deben cuidar de sus vástagos, y estos tienen la obligación de honrarlos. Eso nos enseña una bonita canciónque me ha descubierto estos días el señor Zónulacatro, durante una reunión doméstica motivada por una visita del señor Zenone (que presuntamente vive en Madrid, pero casi no se nota por lo a menudo que lo vemos). La pongo para celebrarlo: Con ustedes, Treat your mother right.



Les suena, ¿verdad? ¿Han oído antes esa melodía? Probablemente sí, en esta versión.



Sean buenos y cómanse todas las verduras.