19.10.07

Death Note

¿Es la pérdida temporal de la capacidad de escritura una enfermedad diagnosticada? Porque llevo una temporada que no doy juntado una letra con otra, fuera de la puñetera rutina del diario en gallego más importante de Los Ángeles a Vladivostok (por la ruta larga). Pero dejando a un lado mis patéticos lamentos, he contraído un compromiso con ustedes, queridos lectores, y me dispongo a cumplirlo aunque me cueste redactar doce borradores. Tengo que hablarles de la otra serie de la que me he vuelto yonqui. Tal vez el título les diga algo: Death Note.

Se trata de uno de los últimos existazos del shonen, el manga para chicos (o eso dicen los japoneses, porque yo conozco a varias chicas a las que les gusta), obra del dibujante Takeshi Obata y del misterioso guionista Tsugumi Ohba. Cosa rara, en Japón, que repartan las tareas de escribir y dibujar como en Yanquilandia.

El caso es que en los foros adecuados hay mucho ruxe-ruxe con esta serie desde antes de que se empezara a publicar en castellano. Sin embargo, yo, que soy hombre de poca fe, pasé mucho de ella porque el argumento no me convencía. Resulta que Light Yagami, un adolescente (japonés, claro) se encuentra un buen día un cuaderno tirado en el patio de su colegio y lo recoge. Esto, que en la vida real no pasarí
a de ser un pequeño hurto, se convierte en un berenjenal cuando el tipo descubre que lo que tiene entre manos es en realidad un cuaderno de muerte, un Death Note, que pertenece a un shinigami (espítitu de muerte) y que tiene la capacidad de liquidar a cualquier persona cuyo nombre escriba en sus páginas. Así que el bueno de Yagami decide convertirse en juez y verdugo y ejecutar sumarísimamente a todos los criminales del mundo.

Evidentemente, Death Note se ha convertido en un icono 'emo', no hay más que ver la pinta de algunos personajes para deducirlo. Y como para mí los iconos 'emo' van indisolublemente asociados a Victoria Francés y sus vampiresas ñoñas, no estaba yo muy dispuesto a leerme la serie . Prejuicios y tal, para que negarlo. Pero como septiembre es un mes malo en novedades, y los hijosdeputa (hay que decirlo más) de Astiberri no acaban de publicar el cuarto tomo de Bone, un día piqué y me llevé el primer tomo. Y no veas tú que sorpresa.

Porque resulta que Death Note es en realidad, una excelente historia de detectives, en la que el verdadero motor de la trama es el duelo de intelectos que se establece entre el tal Light Yagami y L (sí, L a secas) un detective de fama mundial que intenta descubrir quien es el tipo que les está provocando infartos a todos los robaperas del mundo. Uno oculta sus pasos y sus métodos mientras el otro tira del hilo para acorralarlo, en una durísima partida de ajedrez sin tablero. Una curiosa trama en la que el suspense no está en descubrir al asesino, sino en ver como se las arregla el asesino para no se descubierto. Y funciona de maravilla, con varios giros argumentales endemoniados y bien hechos que mantienen siempre el interés elevado.

Bueno, casi siempre, porque hay momentos de bajón en los que el nivel de sospecha llega hasta el absurdo, tipo:
L: ¿Vas al baño, Light?
Light: *medita* ¿Por qué me pregunta ahora si voy al baño? ¿Sospecha que tengo una hoja de la libreta dentro del rollo del papel higíenico y voy a matar a alguién? ¿O deducirá que ayer cené tailandés y me sentó fatal? ¿Lo dice porque quiere ir él? ¿Debería no ir al baño, aunque me estoy cagando? ¿Se habrá dado cuenta de que llevo un cuarto de hora pensando que contestarle?
L: *para si* Pues lleva un cuarto de hora pensando el tío. ¿Será el el asesino? ¿Tendrá la defecación algo que ver con su misterioso método de matar? Con la cara de apretón que lleva, si me dice que no va al baño , sabré que miente.
Ligth: Sí, voy al baño.
L: Mmm, eres listo, Me has dado la única respuesta que no me haría sospechar de ti ¿Ya lo sabías no?
*¡DUELO DE MIRADAS!”
Y así durante veinte páginas, que en todo caso no empañan el resto de la historia. Estas empanadas son normales en una serie tan larga.

El dibujo, por su parte, es sencillamente magistral. Takeshi Obata tiene un estilo muy realista que le sienta a la historia como un guante, y un pulso narrativo capaz de conseguir que las innumerables escenas de diálogos y explicaciones en las que se basa la serie no resulten repetitivas. Tiene un envidiable dominio del ritmo y sabe dosificar la información para que las páginas no resulten demasiado densas ni demasiado insustanciales. Un fiera, vamos.

Os recomiendo que si tenéis un mínimo gusto por la intriga le echéis un vistazo a esta serie . Y tengo buenas noticias, podéis hacerlo gratix total, porque en esta página tenéis una traducción amateur hecha por unos entrañables frikis (bueno, y también está la serie de animación, y las pelis de imagen real y las versiones de porno yaoi, pal que le gusten, que menudos son los japos explotando franquicias). Pero si os preguntan, yo no os he dicho nada.
*silbido disimulado*


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo el mundo me habla bien de esta serie, algún día tendre que echarle un vistazo

Jero Piñeiro dijo...

¡Vaya! No sé por qué, sospechaba que ésta sería la otra serie que le tiene sorbido el coco. Lo sospechaba, digo, porque a mí me pasa exactamente lo mismo, jejeje.
Ayer me pillé el undécimo tomo (junto a muchas cosas más, soy un adicto en toda regla), y por ahora la serie sigue siendo un auténtico vicio, pese a esos momentos "chorrinipones" que mencionas (yo, personalmente, no puedo con sus arrancadas presuntamente humorísticas, me sacan totalmente de la trama).

Mucho coincidimos en gustos, por cierto...

elduende dijo...

Api, écheselo, écheselo. No se arrepentirá.

Jero, pues parece que sí, que tenemos gustos muy similares. Eso es bueno para tener una conversación, pero malo si pretendemos intercambiar tebeos. Ya tenemos los mismos ;)