Sólo se me ocurre una forma de describirle Granada al que no la haya visitado: Es una ciudad acojonante. ¿Y por qué? Bueno, por muchas cosas.
Por su extraña elegancia. Porque para ser una clarísima trampa para turistas, tiene mucha dignidad. Porque pese a lo mucho que los reyes cristianos se esforzaron en cantar las glorias de su victoria sobre los musulmanes, la ciudad conserva un aire ajeno y muy poco europeo. Nazarí, vaya. Y no deja de ser curioso que, justo a la entrada de la tumba de los Reyes Católicos haya tipos vendiendo tes morunos exóticos y láminas con tu nombre en árabe. Justicia poética, supongo,
Por su mala follá. Porque tal vez los granadinos sean los menos andaluces de todos los andaluces, es decir, que se les entiende cuando hablan y que cuando les preguntas por una calle, te dicen donde está, con un cierto tonillo resabiao pero sin necesidad de contarte un chiste o cantar por bulerías. Por supuesto, eso les garantiza el desprecio de sevillanos, gaditanos y mi simpatía inmediata.
Por el Albaycin (o Albaicín, según se mire). El monte que da nombre al barrio antiguo, la ciudad amurallada que las gentes del norte de África construyeron sobre los edificios romanos, y a la que llamaron Elvira (deformación de Iliberis). Sinuosa y fascinante. Digamos que mis acompañantes y yo nos metimos allí con la intención de dar un paseito breve antes de ir a tomar algo y terminamos caminando por sus callejas cuesta arriba durante dos horas (y no tomando nada, en plan turismo de alpargata), sin dejar de encontar rincones, plazuelas y miradores en los que quedarse con la boca abierta y la carne de gallina, con las luces de la moderna Granada a tus pies. Mención especial al Paseo de los Tristes, capaz de poner romántico hasta al más ladrillo.
Porque allí es especialmente cierto que Andalucía tiene una luz propia, bastante distinta de la que en tierras gallegas logra filtarse entre las nubes. Mucho colorido rebotado por las laderas verdiblancas de Sierra Nevada.
Por Carlos I o V. Aunque la publicidad de construcción nacional se onanize con la hazaña de Isabel y Fernando, el que verdaderamente dejó huella en Granada es su nieto, ese chico que hablaba en alemán. Al contrario que los Reyes Católicos, que eran unos garrulos, tal y como demuestra su pinacoteca en la Capilla Real, plagada de horribles cuadros alemanes medievalizantes (¡por diox, si en el siglo XV pintaban Durero y Leonardo, y ellos gastándose el dinero en mierdas!), el emperador Carlos era un tipo cultivado y se emperró en construír en Granada los únicos ejemplos de arquitectura renacentista que hay en España. Los que vinieron después lo imitaron, y de esa forma surgió una segunda ciudad vieja, al sur de la musulmana, con edificios de los siglos XVI a XVIII (a destacar, la mastodóntica catedral, no se andaba con coñas, el Carlos). Es también muy bonita, aunque no impresiona tanto como la árabe (no, al menos, para quien conozca Compostela), y establece un digno contraste de culturas.
Y por la Alhambra. Me guardo lo mejor para el final, claro. El famoso palacio nazarí no-maravilla del mundo, una de las cimas del arte islámico. Allí sigue, gracias a que, al contrario que la Mezquita de Córdoba, los cristianos prefirieron ignorarlo y dejarlo derruírse. Eso permitió una restauración en los siglos XIX y XX, animada por la publicidad de Washington Irving. Como a estas alturas ya estaréis hartos de oír hablar de ella, con tanta campaña pro-votación y tal, sólo diré una cosa: no os muráis sin verla.
Que sí, que me ha gustado Granada. Sería perfecta si no hiciese tanto calor. Y que pienso volver a visitarla un año de estos. ¿Alguien se apunta?
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8 comentarios:
Fíxate as cousas que teñen os períodos estivais que até che fan rematar de guía michelín, :D
Alégrome de que atopase tan carismática Granada... non a coñezo, o sur é unha das miñas asignaturas pendentes...
Señor Moucho, vivo para servir, xa sabe... ;) E fágame caso e vaia a Granada. Non se arrepentirá.
Dacordo con vostede, señor Duende, incluso nos prexuízos "tribais".
Visitéina hai anos e gardo unha lembranza imborrable.
Que casualidad, justo estoy leyendo tu post en Granada ;)
Una pena que haya visto pocas cosas y rápido, está claro que tu la viste mejor (si consigo liberarme de mi vagancia habitual, intentaré postear sobre eso).
Yo no la he visitado, pero ya sólo su nombre GRANADA suena a grande y magestuoso. Me apunto a visitarla, pero en otoño o primavera que ahora hace demasiado calor y me quedaría todo el día apalancada sin visitar nada ;D
Pues nunca me había planteado un viaje ex profeso a Granada, pero debo darle la enhorabuena, caballero, porque su descripción de la ciudad me ha puesto los dientes más bien largos...
Y respecto a sus otras paradas en el viaje, diré que hace un par de semanas estuve en Coimbra y me embargó exactamente la misma sensación: "menudo descuido, menuda vergüenza".
¡Nos leemos! (y gracias, siempre, por sus comentarios)
Breogán, semella que todos os que visitan a capital do Reino Nazarí teñen a mesma opinión. Por algo será.
API, muy viajero estás tú ¿no? No sabía yo que eso del software libre daba para ver mundo. En cualquier cáso, pásalo bien, y a ver si te asientas y nos vemos.
Señorita Arda, permítame darle la bienvenida oficial. Y tiene razón, lo mejor es esperar a septiembre para cruzar el Despeñaperros.
Jero, gracias a usted. Siempre es agradable cambiar opiniones comiqueras con alguien.
¡Yo me apunto! Para mí será un placer volver a Granada. Aunque no en verano. Mejor mayo o septiembre que Lorenzo maltrata menos ;)
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