8.1.07

En el túnel del tiempo

Termino hoy un breve período vacacional, de esos que, como ya sabrán mis lectores (y no lectores) veteranos, hacen que me vuelva aún más vago y no actualice nada este engendro de sitio web. Pero habrá que seguir, ahora que el ordenador ha aumentado en uno su cuenta del número de años trópicos transcurridos desde que un presunto mesías nació presuntamente de una presunta virgen.

Como decía aquel filósofo de taberna, las navidades sólo pueden pasarse de dos formas, bien o en familia, y en mi caso, como en el de la mayoría, ha sido lo segundo, con regreso al hogar incluído. Mi madre no me deja tocar nada en casa y mi padre se enchufa más horas de televisión que toda la población de Ruanda junta, así que me pongo a atontolinarme con juegos vetustos en un PC con inntené de 56k (ubi sunt?) o leyendo compulsivamente zapateado en la cama. Como en los viejos tiempos. Reubicarme en mi Montealto natal (provincia de A Coruña) supone, por alguna extraña ley relativista, volver a tener 18 años. Cambian las circunstancias históricas, claro, pues el asilo de Adelaida Muro no ha vuelto a levantarse y Sir Paco manda ahora postales desde el Vaticano, entre otras cosas, pero las relaciones humanas siguen siendo las mismas.

Mismos hábitos, máis ou menos, con la misma gente, máis ou menos. Recuperar mis oxidadas habilidades para el futbolín, el tute cabrón, y ocasionalmente, el mus. Escuchar, con una caña en la mano, lo insoportable que es la novia de X o la tremenda borrachera que se cogió Y el sábado en el botellón. Un entorno estable, una constante, a la que siempre puedo ir por si me da la pájara de que cualquier tiempo pasado fue mejor, o es tiempo perdido, depende de a quién le preguntes.

Luego están los primos, tíos, tios-abuelos, primos segundos, primo-tíos, y sobrino-abuelos, que siguen cantándome la misma canción, oye, bienvenido al club de los que vamos a triunfar. También siguen preguntándome lo de siempre: “¿Pero tú estás bien en Santiago?”, sorprendidos de que haya podido pasar siete años allí, en la pérfida villa paleta que le robó a Lacoru su merecidísima capitalidad, en una conspiración de burócratas y nacionalistas radikales. “Sí, muy bien”, digo yo, y responden, para completar el ritual, “Claro, ya tienes tu vida hecha allí”, pero sus caras vienen a significar: “Pobrecito, está fatal del síndrome de Estocolmo”.

En serio, una semana de esa rutina y casi se me olvida que trabajo en el diario en gallego más importante de Prusia y Osetia del Sur y que me falta el canto de un duro para tener que tirar el Carnet Euro >26. Menos mal que está Ana María Ríos para recordarme lo graciosa que es la actualidad...

10 comentarios:

Arale Norimaki dijo...

Vaya Sr.Duende, qué alegría tenerlo de vuelta ¿sano y salvo? No sé si Ana María Ríos así a palo seco es lo más recomendable para recuperarse de su trayecto de regreso a través de un puente Einstein-Rosen, pero desde luego su método resulta curioso. Ah! y feliciano.

PorSierto: Ya dirán vd. y cia. cuando les va bien ir a tomar esas blogo-cañas pendientes

Zerovacas dijo...

ametroescaso vólvese pornográfico? Deberías poñer unha portada desas que che pregunta "if you are under 18 click here". Aínda que como di house, até un rapaz de 17 anos daríase conta

Anónimo dijo...

¡Y mira que la peluquera de marras parecía anoréxica en la tv! ¿O serán prodigios del "fotoshop"? En todo caso, puede estarle agradecida a las autoridades mexicanas, pues parece que se ha decidido a vivir del cuento.
Por cierto, parece que en las vacaciones no hubo tiempo para ver a algunos de esos viejos amigos, ¿no?

Anónimo dijo...

Encántame o costumbrismo inicial, supoño que a todos nos pasa un pouco cando estamos cos amigos de colexio ou instituto cos que non compartes xa unha realidade xeográfica ou emocional próxima. No meu caso perdura o meu cariño cara eles, pero os referentes, as expectativas e a vida é moi diferente.

Nunca os xulgo, simplemente resultan diferentes, nin mellores nin peores. Supoño que eles prefiren a súa vida e eu a miña.

O de Ana María non me sorprende, dende que a vin pola tele sempre pensei, "esa "fulanilla" ten unha portada erótica de revista".

Voilà!

Elianinha dijo...

Si si, esas blogocañas para cando? Agardemos que Arale volte dos Paises Cataláns, pero temos que poñernos, eh.
O de Ana María Ríos pensei que era unha inocentada. A miña aposta é que se converterá na nova Belén Esteban, que Anarouse lle dará un posto de tertuliana.
Boa reincorporación ao mundo laborale.
Ah, e que se alguén quere, a min mólame o do Photoshop, e arréglolle as fotos sen problema ;)

elduende dijo...

Primero, feliz año a todos.

Arale & Eliana, xa vos teño dito que eu me apunto a unha blogocaña, ou dúas, ou sete, cando queirades ¿este venres ou o que ven, por exemplo?

Señor doutor, isto non é pornografía, é erotismo festivo... ou humor, non o teño moi claro.

Frede, tienes razón, no tengo perdón, pero si excusa. Digamos que la semana ha sido agitada, por causas que no viene al caso comentar aquí. Te lo cuento un dia de estos con un café y luego arreglamos el mundo.

Llamitas, as súas dotes de vidente sexual deixanme apampado.

moucho branco dijo...

Montealto, como ben é sabido, é o centro non só do mundo, senón tamén do universo... porque é o meu barrio e ademais porque si, volver a el sempre é un pracer, ;D

un saúdo.

Arale Norimaki dijo...

Por min non cómpre agardar ao meu regreso, se cadra á volta xa estou definitivamente sen un peso e me teño que entregar á vida monacal coas clarisas. Xoves, venres calquera vaime ben, é o que ten ser un androide en paro, así que que decidan os proletarios, eu agardo ordes :P

Anónimo dijo...

Chaval te estas haciendo viejo, hay que ver lo nostálgico que te pones tras las vacaciones de Navidad. A este post solo le faltaba que se escuchara de fondo la canción de "Aquellos maravillosos años".

elduende dijo...

Moucho, Montealto ten ese 'je ne sais quoi' que que sei eu, e resulta inconfundible. Sen dúbida, un dos mellores sitios para vivir na vella Pacópolis.

Arale, se non nos vemos antes, pásao ben en Barcelona, e a ver se conseguimos vernos despois. (Aliteración forzosa)

API, ¡pues claro que me hago viejo!, es lo que toca. Pero, en todo caso, el post solo pretende ser una reflexión sobre como, mientras mi vida en Compostela cambia, mis vínculos coruñeses permanecen inmutables. Y eso no es ni malo, ni bueno, simplemente ocurre.