3.7.06

"Mais vale tarde ca cedo"

Durante un viaje sado-profesional por Galicia, conocí a un gran sabio en el Val de Ancares, Xesús Armesto. El señor Armesto opinaba que a la hora de invertir dinero público para reactivar la economía de esta comarca de montaña, "máis vale tarde ca cedo". Me permitiréis, pues, que aplique esa máxima a la actualización de este blog.
Hoy se han terminado mis vacaciones, y vuelvo a escribir desde el trabajo. Todo sigue más o menos igual, salvo porque hay un montón de chicas (y chico) en prácticas, incluída una que se parece mucho a Scarlett Johansson. Porca miseria.

Entre tanto, he estado en Barcelona, y espero volver. Me ha parecido una ciudad inabarcable pero acogedora, y no me atrevo a describirla más, porque en los cuatro días que estuve no fui capaz de hacerme una imagen clara de esa gran coctelera cultural. Solo diré que Gaudí mola y que el Saló del Cómic es un gran supermercado donde me gasté mucho dinero.

Luego volví a Santiago, donde me averié una rodilla por jugar al baloncesto y me vi obligado a pasar una semanita de reclusión (¿quién dice que el deporte es sano?). Al volver a caminar, tuve que buscar una nueva covacha para residir con lord Elric (que su blog descanse en paz) y cuando ya habíamos encontrado una, vino el señor Ocioso y convirtió nuestro bipartito en un triunvirato, así que hubo que volver a empezar. Actualmente tenemos una digna guarida en Basquiños, que parece ser que es el barrio del amor (Lupe Gómez dixit).

En el medio, y un tanto cojo, celebré el mayor San Juan que ha vivido Coruña en los últimos años. Amo esa fiesta pagana dedicada al dios Lug. Me encanta ver a un montón de adolescentes perezosos trabajando como obreros para levantar sus cacharelas. Adoro bañarme en la playa a las doce de la noche y secarme al fuego, con un trozo de churrasco en la mano. Es un placer estar en Lacoru en la única noche del año en la que no es insoportablemente pijo-gafapasta.

Todas estos sucesos hubieran merecido una crónica más extensa, pero escribir es mi trabajo y me cuesta hacerlo en vacaciones. Pero desde hoy y por lo que queda de verano, A metro escaso del cinismo vuelve a estar en plena actividad.
¡Corred, insensatos!... o en catalán ¡Fugid, simplets!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, joven. Tienes razón, San Juan es una gran fecha. Gracias a ella, mucha gente que ignora para qué sirve un contenedor de basura le encuentra una insospechada utilidad: transportar desperdicios a las playas. Como todo el mundo sabe, la Naturaleza ha creado la arena sólo para ser el escenario de penosas correrías etílicas. Y encima el Ayuntamiento lo bendice, no vaya a ser que la facción en el poder pierda algún voto. Aunque lo más probable es que esta sana juventud descanse los domingos (electorales incluidos) tras un sabado pleno en trabajo. De todas formas, las escasas personas civilizadas (que sí suelen votar) deben resignarse este año a no ir a la contaminada playa, salvo aquellos que se puedan pagar unas vacaciones al sol. Salud.

elduende dijo...

Deduzco de su filípica, joven, que San Juan no le gusta porque al día siguiente va a la playa y se le quedan carboncillos entre los dedos de los pies. No se preocupe, no son tóxicos. Lo que mata es el escrúpulo.

Anónimo dijo...

Reconozco que no es mi fiesta favorita. Y si sólo fueran carboncillos... ja, ja, ja. No, realmente lo que mata es el desprecio hacia las más elementales normas del civismo y la higiene. ¡Pero qué más da! ¡Lo que cuenta es la diversión! ¡Otro limpiará el estropicio!

elduende dijo...

Responderé con un topicazo cierto a medias: A veces hace falta divertirse, aunque sea de forma institucionalizada. Si el ayuntamiento defiende la celebración de San Juan, será porque le sale a cuenta en turismo y/o en votos, en cuestiones de rentabilidad egoista siempre puede uno fiarse de los políticos.
Y claro que limpian otros, los barrenderos, que para eso cobran. Y no sólo ese día, sino todos los del año. Vaya desfachatez, ¿no? Tal vez deberíamos empezar la revolución limpiando nosotros mismos las calles y sirviendonos la comida en los restaurantes ¡Muerte a las profesiones serviles! ¡Que esa gente trabaje en algo digno e intelectual!

...
Se me ha ido la olla, ¿verdad? Bien, puede que tengas razón en tus argumentos, pero no puedo juzgar el San Juan desde una óptica objetiva, me lo paso demasiado bien cada vez que voy.