21.12.06

El Halcón Salnés

Oscuro despacho con persianas de tela. Un hombre dormita sobre el desordenado escritorio, con la cara cubierta por un sombrero de fieltro. Junto a el descansa una botella de bourbon, medio vacía. En el cristal de la puerta, al revés, puede leerse Emilio P. Little-Bull, investigador público. Evidentemente, la película es en blanco y negro.

Unos severos golpes sacan al detective de su sueño inquieto. “Adelante”, dice con voz ronca. Se retira el sombrero de los ojos y enciende un cigarrillo, liado y sin filtro, mientras observa a la misteriosa y figura que penetra en su despacho. Tras la primera calada, fuerza un saludo:
-Hola, Alberto

Vestido como Audrey Hepburn, pero con mas gomina, Alberto N. Bean, viuda de Manuel Forest, saca un Marlboro light de su pitillera y se lo pone en los labios.
-Dame fuego, Emilio

El dectective acerca la llama al cigarrillo y pregunta:
-¿A qué has venido?
-Ya lo sabes
- ... No voy a dejarlo.
- En el Salnés, hay cosas que es mejor no saber, Emilio.
- Debería darte igual, tú aún estabas en Madrid, con tu ex marido, cuando se inauguró esa mierda de carretera.
-Y tu trabajabas para Abel Knight, como responsable de Infraestructuras. Y no dijiste ni pío.
- Era un proyecto de la Xunta...
- Hay gente a la que no le gusta que metas la nariz. Sólo es un aviso.
- ¿A quien? ¿A él?
- No preguntes cosas que ya sabes, querido.
- ¡Pero si insistió para que me ocupara de esto! ¡Y también!
- ¿Y cuando te lo pedimos por lo de los incendios, qué? Ni puñetero caso ¡Qué se te ve el plumero, Emilio!
- ¡Escucha! Cuando a uno le hacen un socavón en una de las principales carreteras del territorio que gobierna se supone que tiene que hacer algo, maldita sea. ¿Estamos o no estamos en un país serio?
- ¡Bien! Pero luego no te quejes si cojo tu puñetero Estatuto y lo uso para limpiarme las gónadas.
- De eso, querida, ya hablaremos en enero.

Alberto se fue dando un portazo, y el detective apagó violentamente su colilla sobre la superficie pulida del escritorio. Acto seguido, cogió el guión de la película y se puso a leer la próxima escena. Iba a investigar los desperfectos del Salnés y unos matones le daban una paliza. Sonriendo, cogió el teléfono y llamó a su doble de acción, Anxo Queentana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Manda carallo na Habana... que me entere de los escarceos de la honorable y glamourosa clase política gallega a través de estos relatos...
Y cuidado con ese manipulador don suyo, pues se arriesga a acabar dotando de interés a figuras tediosas como Mr.Little-Bull

Anónimo dijo...

Que falta fai un Aquí_Hay_Tomate galego...

bo nadal. Se paso por compostela a vindeira semana, chámote

Bautista dijo...

Fantástico ejemplo de lo que da de sí la clase política gallega. Apoyándome en Arale, «tedioso» es de los adjetivos menos dramáticos que se le pueden dedicar a nuestros amados dirigentes...