2.3.06

El pez y yo

El pez pequeño se levantó por la mañana para ir a trabajar. La conserjería del banco de sardinas le necesitaba, y más desde que esas larvas de sepia gamberras estaban empeñadas en reventar los cristales a pedradas. Bajó al garaje y condujo su pequeño utilitario hasta la corriente de circunvalación. La resaca le impedía distinguir el color de los semáforos, pero su pericia innata le permitió llegar sin problemas. En la oficina, se encontró a su mujer follando con el director del banco. Los saludó como todos los días y procedió a fichar su entrada. Comprobó los resultados de la liga de marisqueo y se entristeció porque el Lorchos M.C, su equipo, había perdido contra el Sporting Arrecife, esos pijos miserables. Tiró el periódico y bajó a tomar un poco de tinta de calamar al bar de la esquina. Disfrutó de su taza y de las escamas de la dorada que se sentó a su lado en la barra. Tuvo que contentarse con mirar, porque una mujer como esa nunca saldría con ningún pez más pequeño que un besugo. Ella se marchó y lo dejó sólo con sus pensamientos. En venganza, él devoró al camarero y se fue sin pagar. Un maldito trozo de zooplancton no merecía otra cosa.



- No me creo esa historia -dije yo- los Lorchos y el Arrecife juegan en ligas distintas.
- Pues es cierta -respondió el irlandes rubicundo que se sentaba a mi lado-. Lo sé porque yo era la mujer del pez pequeño.
- Eso no tiene ningún sentido.
- No, pero ninguna historia personal ha tenido sentido nunca.
- Ahí l'as dao.

2 comentarios:

elduende dijo...

Seguro que o pobre Franz estase removendo na súa tumba por esta comparación, pero grazas.

Anónimo dijo...

Sublime. Este era el cuento q yo queria x navidad, aunq protagonizado x polvorones y mazapanes. Anyway, el otro tb estaba guay, pero es q este m encanta....