16.9.06

Complejo con sólo mirarte

Este texto debería haber sido publicado hace cinco o seis días. Sin embargo, una combinación de compromisos sociales, falta de conexión a internet, catarrazo mutante y deberes de currante, me han impedido terminarlo antes. Por ahora, descarto que se trate de una trama organizada.

“En estos 20 años, el mundo ha avanzado una barbaridad, se han inventado un huevo de cosas, como el teléfono móvil, el colacao instantáneo,... o los kiwis. Nosotros, por el contrario, seguimos haciendo lo mismo de siempre”.

Eso dijo Josele Santiago cuando los Enemigos redivivos estuvieron el sábado 9 de septiembre en la Sala Capitol. Sí, se habían separado, pero Josele y Fino Oyonarte convencieron al que fue el primer batería del grupo, Artemio Pérez, más retirado ya que Millán Astray, de que merecía la pena celebrar el vigésimo aniversario de la publicación de su disco inaugural, Ferpectamente.

El concierto fue de sala pequeña, es decir, hablaron mucho con el público y no tocaron sus grandes éxitos (no, ni siquiera ESA canción), pero se lucieron, demostrando que no hacen falta video-creaciones en pantallas de plasma para tocar bien (muy bien) guitarra, bajo y batería.

Diré pues que los Enemigos son uno de mis grupos favoritos de todos los tiempos. Y lo son, mayormente, por Josele Santiago, del que ya he hablado alguna vez en estas páginas. El tío es uno de los mejores letristas que existen en lengua castellana, y lo sigue demostrando en sus discos en solitario. Porque tiene algo que contar.

En los 80, cuando todo era loco y bonito, los Enemigos empezaron a tener éxito y Josele se enganchó a la heroína. Mucho. Como para estar a punto de palmarla. Probó miles de tratamientos experimentales y caros, pero siempre volvía a marcarse la vena, hasta que un día lo mandó todo a tomar pol culo y se metió en Proyecto Hombre. Se quitó el mono a base de metadona y fuerza de voluntad.

En una peli, eso sería el final, pero, poco tiempo después, se encontró con que estaba buscando en la botella el subidón que antes le daba el caballo. No era capaz de dar un concierto sin estar ciego, y cuando estaba ciego, no era capaz de dar un concierto. Diagnóstico: alcoholismo. Pero de esa también salió, gracias al apoyo de la que aún es su novia actual, una chica de Santiago (de Compostela).

En la actualidad sólo fuma, pero lo está dejando. Lo que se dice un tío cabal. Habrá que ver qué nos cuenta en su segundo disco.

1 comentario:

Marta dijo...

Y solo bebe zumos, según me contaron...y la verdad es que le inspiran bastante bien!