21.12.05

Adios, muchachos

Ayer murió una era ante nuestros ojos. Fue una muerte discreta, anunciada de antemano, y, como todas las muertes, síntoma de un nuevo estadio en nuestras vidas. Ayer falleció una cierta mirada sobre el mundo, que ya arrastraba achaques y que ahora goza de la perfecta impasibilidad del féretro, en lugar de perpetuarse en la humillación de la senilidad. Una parte de nosotros, de nuestro lado oscuro, ya no estará nunca más. ¿Qué de qué hablo? Pues de ESTO, leñe, que siempre estáis en babia.

Se nos terminó el Supermartes, y con el los paneles del coche, el mentireiro-verdadeiro, Atilano, las pancartas de los pasos de ecuador y la jeta del enano cabezón del Piñeiro. Y las superprendas, claro, que nos dieron momentos memorables...
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- A ver, ¿onde está o hipotálamo?
- ¿No hipocondrio?
- ¡Prenda!
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- ¿Cales son os monstruos que só saen de noite e chupan sangue?
- ¡Os asteroides!
- Pos vai ser que non. ¡Prenda!
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Entrañable era, no lo vamos a negar, pero también logró alzarse como uno de los mayores símbolos de la Galicia de Fraga, paifoca e pataqueira. Veo normal que el bipartito se lo cargue para dar paso a formas más modernas de entender la televisión. En todo caso, tuvieron el detalle de dejarles despedirse, y mereció la pena por ver como Piñeiro sacaba a las azafatas, maquilladoras, eléctricos, productores, guionistas y señoras de la limpieza, todos en pantalla llorando a moco tendido y pensando en el muñeco vudú de Touriño que guardan en el cajón.
Pero que le vamos a hacer, ya lo decía Gardel: "Adiós muchachos, ya me voy y me resigno/ contra el destino, nadie la calla/ se terminaron para mí todas las farras/ mi cuerpo enfermo no resiste más".

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