Se nos terminó el Supermartes, y con el los paneles del coche, el mentireiro-verdadeiro, Atilano, las pancartas de los pasos de ecuador y la jeta del enano cabezón del Piñeiro. Y las superprendas, claro, que nos dieron momentos memorables...
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- A ver, ¿onde está o hipotálamo?
- ¿No hipocondrio?
- ¡Prenda!
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- ¿Cales son os monstruos que só saen de noite e chupan sangue?
- ¡Os asteroides!
- Pos vai ser que non. ¡Prenda!
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Entrañable era, no lo vamos a negar, pero también logró alzarse como uno de los mayores símbolos de la Galicia de Fraga, paifoca e pataqueira. Veo normal que el bipartito se lo cargue para dar paso a formas más modernas de entender la televisión. En todo caso, tuvieron el detalle de dejarles despedirse, y mereció la pena por ver como Piñeiro sacaba a las azafatas, maquilladoras, eléctricos, productores, guionistas y señoras de la limpieza, todos en pantalla llorando a moco tendido y pensando en el muñeco vudú de Touriño que guardan en el cajón.
Pero que le vamos a hacer, ya lo decía Gardel: "Adiós muchachos, ya me voy y me resigno/ contra el destino, nadie la calla/ se terminaron para mí todas las farras/ mi cuerpo enfermo no resiste más".
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