21.11.05

30+1

Hoy se cumplen 30 años y un día de la muerte de un señor de Ferrol que ha dado pie a muchas discusiones y a un número proporcional de fusilamientos. Al menos un tercio de la población española actual, yo entre ellos, no hemos llegado a conocer eso que se llamó régimen, que no tenía Biomanán pero sí unos cuantos merluzos.

Gracias a que los que sí se acuerdan hacen un ejercicio colectivo de ostracismo, podemos vivir tan tranquilos en esto que Zapatero llama "normalidad democrática" y Aznar definía como "estado de derecho". Podemos hacer como que esto es como Francia o Inglaterra y que los únicos reproches generacionales son que tu bisabuelo le gano unas tierras al mío haciendo trampas al mus. Así, cuando llega el aniversario, y Ese Hombre del bigotito renace del limbo del olvido, resulta que todo el mundo estaba en su contra, aunque esa dieta autárquica que les hizo tragar durase hasta que el Centinela de Occidente estiró la pata de viejo y entubado.

Hasta cierto punto es lógico, ya que hurgar a diario en un pasado en el que hay un millón de muertos, tres años de guerra y cuarenta de represión sería un magnífico bálsamo de esquizofrenia. Aún quedan cerca, y es muy factible que el abuelo del señor X haya matado al abuelo del señor Y, denunciado a su hermano por rojo y torturado al padre del señor K en un campo para niños huérfanos de Falange. Mucha mierda bajo la alfombra, y para limpiarla habría que salir en armas a la calle, como quiere Federico J. Losantos pero desde el otro bando, ya que es también muy factible que el abuelo del señor X sea aún hoy alcalde en un villorrio de Castilla-La Mancha.

Sin embargo, esta situación de no-vamos-a-hacernos-daño les sirve a algunos para intentar que la comunión con ruedas de molino. A la que te descuídas viene un Pío Moa o un Manuel Fraga a contarte que los malos eran los de Largo Caballero y que nuestro amigo el general hizo lo que hizo para salvar a España del comunismo. Pues mire, va a ser que no, porque esto lo escucha uno de la ESO y se lo cree, y entonces hay que desmentirlo, y ya la tenemos liada.

Es probable que dentro de unas décadas, cuando la generación de los que ahora tienen 50 y 60 años esté criando malvas, podamos hablar de la Larga Noche de Piedra sin tapujos, en los bares y en los periódicos, pues ya habrá pocos a los que les afecte directamente. Hasta entonces, gilipolleces las mínimas, señores, que una cosa es poner un estúpido velo y otra ensalzar hambre, miseria y represión como si fuesen algo digno.

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