Cinismo genocida

Hoy, en la contra de la Vanguardia, Lluis Amiguet entrevista a Ricky Martin, ese entrañable portorriqueño. Podéis leerlo aquí, pero os aviso que hay que registrarse. Para los vagos, Ricky dice que practica yoga, que cree en Dios, que apadrina prostitutas infantiles de la India y que aborrece el cinismo:“y en política abunda”. Queda claro que no leerá este blog ni muerto, lástima, pero lo que me preocupa es que esa identificación del cinismo con todos los males espirituales de Occidente se extiende más allá del gremio de cantantes de salsa.

Al cínico se le confunde con el hipócrita, que es el que dice lo contrario de lo que piensa, y se le mezcla con el nihilista, que es el que no cree en nada y en nada se mete. Pero no van por ahí los tiros. Los primeros cínicos eran griegos, seguidores de Diógenes, 'el Perro'. Predicaban la libertad absoluta y la muerte de la civilización. Aún hay gente que los recuerda, pero hoy en día no tiene mucho sentido aplicar sus principios a rajatabla... Sostener que vivir en el monte, dentro de un barril y cultivando un huerto es lo mejor que uno puede hacer, suena hoy en día más a contracultural que a cínico. Nos guste o no, la civilización ha venido para quedarse.

Utopías ruralistas a parte, el cinismo también es la habilidad para encajar el desagrado y el dolor sin que te tiren al suelo. Eso se consigue modelando los propios sentimientos hasta hacerlos pequeños, manejables y poder cubrirlos con una armadura de ironía. No es fácil, ni bonito, pero los que terminan así es que no han tenido muchas más salidas.

El verdadero cínico, con sonrisa de escupir por el colmillo, es un tío que las ha pasado tan putas que se ha vuelto de lo más intransigente en cuestiones de ética. Sólo se implica en aquello que le parece estrictamente correcto, y le busca las costuras a todo lo demás, costumbre esta que tiene a crearle enemigos. Eso sí, un cínico que opta por tomar partido es el más virtuoso de los seres, y se puede contar con que seguirá fiel a su decisión hasta las últimas consecuencias.

Creo que una de las mejores definiciones de cinismo contemporáneo es el Rick (Humprey Bogart) de Casablanca. No os voy a contar la peli, mejor la veis. Pero si Ricky Martin conociese a su tocayo, el revolucionario frustrado, a lo mejor se preocupaba menos por los cínicos y más por los dictadores, proxenetas y taxistas.

Concluyo con una escena de X-tatix, una serie de la que hablaré con mas detalle algún día. Los personajes están viendo por la tele una entrevista al grupo de superhéroes de moda (creado en un reality-show tipo 'OT'). El presentador del programa le pregunta a la inevitable cachonda del equipo: “¿Cuál es para ti el mayor problema del mundo?”. Ella se lo piensa un poco y responde: “Bueno, creo que es el cinismo. La gente ya no se preocupa por nada”. Fuera de la tele, uno de los protagonistas llamado Myles Alfred, que es licenciado en literatura, licántropo y cínico, se sonríe y sentencia: “Claro, el hambre, la guerra y la pobreza palidecen en comparación con el malvado cinismo”.
Pues eso mismo.