Seducción

Seducir es intentar encajar con los estereotipos que el objeto de nuestra pasión tiene en la cabeza. Descomponerte en piezas básicas y utilizarlas para crer una figura reconocible para ella.
Puedes ser el hombre sensible, dispuesto a confesar tus sentimientos y a escuchar los suyos mientras os abrazáis en la cama. Puede nacer de tí el poeta, que escribe versos ocultos en los que siente más que nadie y sueña más que todos. Tal vez pasa por allí el veterano, que ha viajado a todas las comarcas del mundo y ha conocido mujer en cada una de ellas. O el príncipe azul, tan dispuesto para salvar a su amada del dragón como para llevarle el desayuno a la cama en una lluviosa mañana de octubre. En los rincones oscuros duermen el juerguista, que lo sabe todo de la noche, las drogas y los puntos erógenos, y el tipo duro, al que nada le importa salvo el placer del momento. Ojo con no confundir a este último con el mártir, cuyo exterior arisco oculta sus gritos para que alguien venga y lo saque del pozo con una dosis de amor. Y otros que me dejo.
La seducción consiste en acertar el hombre que mejor se adapta a la mujer que tienes delante, y en saber interpretarlo de modo convincente. Un verdadero seductor es impostor y artista a la vez, no es trabajo para gente honesta. Los aprendices, como un servidor, tenemos tendencia a fallar siempre pero, por suerte, a veces ella está dispuesta a ignorarlo.