Tal vez estuviesen aprovechando el alto el fuego para armarse, reforzarse y liar la gorda. Tal vez esperaban que a ZP se le hiciese el culo manzanilla con la posibilidad de ser el Presidente Que Logró La Paz En Las Vascongadas y les diese la autodeterminación sin chistar. O tal vez Otegi tenga razón, y los sociatas no negociaron, sólo hicieron el paripé, pero a juzgar por la cara que susto que se tenía durante la rueda de prensa, el portavoz Delailegalizadabatasuna estaba bastante sorprendido de tener que salir a justificar un atentado.
Parece que, a estas alturas, Otegi y los suyos sólo son los responsables del marketing del nacionalismo vasco extremista y que no tienen poder decisorio. No obstante, también asemeja que representan a una parte importante de ese movimiento, la gente que tiene ideas independentistas pero trabaja, estudia, paga impuestos y, en general, vive más o menos integrada en la sociedad, en lugar de echarse al monte con pistolas francesas y explosivos. Y me atrevería a aventurar que a todo ese colectivo se le ha quedado la misma cara que a Arnaldito.
Supongo que saben que mientras unos imbéciles sigan poniendo bombas, el nacionalismo vasco extremista nunca podrá ser una ideología que cuente con el respeto del ciudadano que no mata gente para hacerse oír. Porque una de los pocos logros realmente grandes de estos tumultuosos tiempos nuestros, junto con la Sanidad pública y el salmón ahumado, es el de poder prescindir de la violencia como herramienta política y social. Es un logro frágil, como se puede comprobar hojeando el periódico un día cualquiera, pero por eso mismo hay que defenderlo a ultranza, porque la guerra y la muerte no le gustan a nadie que no sea un loco.
Lo que hace ETA es injustificable, y estúpido, y contraproducente para sus propios intereses (los teóricos, que los reales vaya usted a saber cuales son). Mientras se miran el ombligo y bailan celebrando las bajas que causan en nombre de un estúpido patriotismo, les dan argumentos a los que quieren usar el miedo para convencernos de que somos demasiado libres para nuestro bien. Ya sabéis, Rajoy, Losantos y los otros ultraderecha-boys, quienes, como dice Elric, seguro de que ayer brindaron con cava al enterarse de lo de la T4.
El País, en su edición impresa, dice que el IRA rompió su alto el fuego hasta en dos ocasiones antes de firmar el desarme definitivo en 1998. Esperemos que los polanquistas tengan razón en sus buenos y convenientes deseos dentro de un tiempo podamos tener sólo una ETA Auténtica Reconstituida.
Y, mientras tanto, Rumanía y Bulgaria se preparan para entrar en la Europa de los grandes bancos y la ejecución pública y humillante de Sadam Hussein le da alas a ese islamismo tremendista al que los yanquis dicen querer combatir.
Con un poco de suerte, el año que viene no ocurrirá ninguna catástrofe. Y vosotros que lo veáis, amigos lectores y no lectores.